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AYER Y HOY EN PARLA

por Parla el 01/03/2015

Dar un paseo por las calles de Parla te permite darte cuenta

de lo mucho que ha cambiado nuestra ciudad. El ritmo frenético de nuestro día a

día hace que no nos paremos a pensar, y ni siquiera nos demos cuenta de lo que

sucede a nuestro alrededor. Cambian el sentido de algunas calles, otras son ya

peatonales, nuevas tiendas y negocios, edificios que “crecen” en apenas unos

meses… y otros que desaparecen.

​A los que siempre habéis vivido en Parla, recordaréis que

hace un par de décadas era una ciudad mucho más pequeña. Estaban los barrios de

Priconsa, Villayuventus, Fuentebella, Inlasa o El Nido. Hoy Parla cuenta con

nuevas zonas, fruto del desarrollo urbanístico: Las Américas, La Fuente o

Laguna Park son algunos de estos “nuevos barrios”.

Muchos de vosotros recordaréis que nuestros “coles” se

llamaban de forma diferente: “Carrero Blanco” es el actual “Magerit”, y ”Francisco

Franco” lo conocemos hoy en día como “Ciudad de Mérida”. No existía el Cinturón

Verde, ni el parque de “Parla Este”, ni tan siquiera el “Jardín Botánico” de la

calle Juan Carlos I. En su lugar, una hilera de árboles y unos cuantos bancos

donde nos entreteníamos cuando salíamos de clase a las cinco de la tarde.

Merendábamos pan con mantequilla, un “Tigretón” o una “Pantera

Rosa”, mientras veíamos “La cometa blanca”, “Barrio Sésamo” o los dibujos de “Candy,

Candy”. Teníamos las rodillas siempre “peladas” de caernos en la arena, jugando

a la goma, al “rescate” o improvisando unas porterías en un descampado con las

mochilas del cole o las “coreanas” azules y naranjas que llevábamos en invierno…

Recogíamos hojas de morera para nuestros gusanos de seda cerca

de la calle Pinto y nos saltábamos las primeras clases en el parque de las

Comunidades  cerca del instituto “Enrique Tierno

Galván” cuando llegaba la primavera. Estudiábamos BUP y COU, o FP y, a

diferencia de hoy, viajábamos a Grecia e Italia en el viaje de fin de curso.

Lo más parecidos al botellón eran las sentadas que hacíamos

en la “plaza de los patos”, tomando algo los fines de semana en el “Me da igual”.

Desde el jueves, quedábamos con los amigos en la “Chic”, el “Andén” o una

cervecita en el “Campero”. Allí tuvimos nuestros primeros “novietes”,  y ¡cómo no! los primeros besos…

Hoy los niños presumen de IPHONE, tienen las tardes

cronometradas de actividades y meriendan con el “Sálvame” y su orquesta cada

tarde, cada día…Viven interconectados y el móvil se ha convertido en una

prolongación de su mano. Tal vez no tienen tantos amigos en el barrio, pero

conocen a gente del otro lado del mundo. Seguramente son tan felices como

nosotros lo fuimos, aunque creo que han perdido mucha “emoción sensorial”.

Compartir un “momento de nostalgia”, nos permite tomar

conciencia de quiénes somos y de cómo hemos vivido. Creer que no somos más que

nadie, pero tampoco menos…Afianzar nuestra propia identidad para poder así

transmitirla al resto del mundo. Porque, el primer paso para que los demás

cambien el concepto que tienen de nuestra ciudad, Parla, lo tenemos que dar nosotros. De nosotros depende que

las noticias que protagonizan  unos pocos empañen el buen hacer de la

mayoría, evitar que  se juzgue al conjunto de los ciudadanos por los errores de un puñado.

Ofrezcamos la mejor imagen de lo que hemos sido, de lo que somos, y de lo que podemos llegar a ser. De

nosotros depende.