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Nuestras calles (VI): Cardenal Vicente Enrique y Tarancón

por N. Romero el 10/08/2016

​Más allá de su largo nombre, el personaje al que se dedica esta calle es un gran desconocido para las nuevas generaciones. Es de esas figuras de importancia capital en un momento puntual de la historia, pero que acaba en el olvido por falta de interés o prejuicios para difundir sus bondades y defectos.

​Sin duda, no hay que explicarlo mucho, un hombre de Iglesia suele generar adhesiones y repulsas por igual; pero lo realmente importante es conocer porqué unas y otras, y los motivos por los que un personaje tan importante en los últimos años del franquismo, y primeros tiempos de la democracia, acaba siendo casi un desconocido.

El Cardenal Tarancón es conocido por sus polémicas “traiciones” al franquismo, por su amenaza de excomunión a Franco (dicen que hasta le hizo llorar…), y por sus intercesiones ante unos y otros para conseguir romper bloqueos que pudieran impedir la tan famosa Transición española.

Nacido en Burriana (Castellón), en 1907, su carrera eclesiástica se desarrolló en sus primeros años, hasta bien entrados los 50, en su provincia natal, “castigado” al ostracismo por propugnar una separación clara de Iglesia y poder político, y por criticar las políticas sociales en una España pobre y aún hambrienta. Como él mismo dijo en sus memorias, “no me lo perdonaron”.

Fue nombrado secretario de la Conferencia Episcopal y participó en comisiones de trabajo en el Vaticano, y en el Concilio Vaticano II, y recibió el apoyo protector del Papa Pablo VI. De vuelta a España pasó por varias plazas importantes como Obispo y Arzobispo (Oviedo, Toledo y Madrid), hasta ser nombrado en 1971 presidente de los obispos españoles.

Sin duda el momento más crítico para el Cardenal Tarancón se produjo tras la muerte de Carrero Blanco, de cuyo funeral tuvo que salir escondido ante los intentos de agresiones fascistas y las amenazas de “Tarancón, al paredón”. Y cuando el dictador ordenó la detención y exilio del Obispo de Bilbao, por una pastoral que no gustó nada al regimen, Tarancón se enfrentó directamente a Franco, redactó (aunque no ejecutó) la orden de excomunión, y dicen que llevó al límite al dictador cuando este lloró debido a estos acontecimientos.

Tras la muerte de Franco, desempeñó un importante papel conciliador para facilitar, desde su posición de presidente de la Conferencia Episcopal, una pacífica transición a la democracia. Su papel fue muy relevante en este sentido, y muestra de ello fue su homilía tras la proclamación del rey Juan Carlos I, que se convirtió en símbolo de apertura de la Iglesia a la democracia. Pero esto, en lo personal, no hizo más que incrementar el odio de sus enemigos, que lo tildaron de “rojo” y “compadre” de los nacionalistas e independentistas.

Tras su fallecimiento en 1994, hubo numerosos intentos de reivindicar su figura, o al menos de explicarla, entendiendo que, más allá de ideales y elementos pasionales, fue una figura importante en un momento crítico de nuestra historia. Incluso, en tiempos recientes, se rodó una miniserie de TVE (“Tarancón, el quinto mandamiento”, en 2011), aunque de relativo éxito. Ciertas historias ya “no venden”, aún cuando debiéramos, en nuestra humilde opinión, al menos conocerlas para valorarlas en su justa medida. Simplemente hace falta querer saber quién fue, por qué hizo lo que hizo, sus consecuencias en nuestra historia… una parte de la cual estamos viviendo en estos momentos, y nos afecta para bien o para mal.

¿Cuántos de los que viven o trabajan en esta calle del barrio sabían de este personaje? Nuestro callejero nos ayuda a conocer, si nos interesa, un poquito más de nuestra historia.